domingo, 8 de mayo de 2011

Paga Moya: Consejeros Regionales Chupaban y Paseaban a Costillas de Todos Los Chilenos

Suma y sigue. Y es que la política chilena cada día se parece más a las sociedades bananeras de los años setenta. O, lisa y llanamente, a las aristocracias latifundistas de África. Y es que ahora le tocó a los Consejeros Regionales de la Región Metropolitana, "señores" que tienen como función normar, resolver y fiscalizar al Gobierno Regional, dar la nota alta.

Resulta que esta vez, y saliendo a la luz pública sólo por un informe emitido por la Contraloría General de la República, pues usted no lo vio ni en TVN, en el Mega o en Chilevisión, y tampoco lo leyó en El Mercurio o La Tercera, los "ilustres" funcionarios incurrieron en todo tipo de impudicias cuando les tocó estar ejerciendo como tales.

Así, y según lo aparecido en el informe del ente fiscalizador, desde quedarse con notebooks que le pertenecían al Gobierno Regional, y que tenían un valor que rondaba, en promedio, los $750 mil pesos, hasta boletas de comilonas en restaurantes que ascendían a más de $170 mil pesos, pasando por cafés de $20 luquitas y reembolsos de bencina que se empinaban por sobre los $2 millones de pesos, y todo pagado del bolsillo de tooooodos los chilenos.

Para muestra, algunos botones. Por ejemplo, el consejero PPD, José Zuleta, gastó por sobre consumo de llamadas telefónicas, la friolera de $2 millones de pesos, aún cuando el fisco le pagaba un plan que ascendía a los $120 mil pesos. Otro perla, el Demócrata Cristiano, Cristián Sandoval, en un viaje a España no halló nada mejor que ir a meterse a un restaurante y emitir una boleta por $132 mil pesos, más un café que le costó otros $20 mil y copetitos varios que anduvieron rondando las $160 lucas.

Y así, suma y sigue. Fiel a su estirpe de buenos "pa' meter las manos", la derecha no podía estar ausente y también participó del "candombe" a costillas del fisco. Por ejemplo, Andrés Ugarte, militante UDI, viajó a Francia en comisión de servicio y gastó más de $180 lucas en puras "huevadas". Así, Ugarte desembolsó $73 mil pesos en una tienda de descuentos. Otros $97 mil fueron a parar a la caja registradora de Duty Free. Y, finalmente, se dio un gustito dilapidando $13 mil pesitos en la compra de un porta pasaporte, todo a cargo del erario nacional.

Otro que bien baila fue el militante PPD, José Zuleta, el mismo que se gastó más de dos millones en llamadas telefónicas. El lindo, viajó a España en viaje de servicio. Allí, conoció el Camp Nou, estadio del Fútbol Club Barcelona; se tomó sus chelitas; adquirió un abrecartas de oro y un medallón de plata y finalizó su periplo conociendo otro estadio, esta vez el Santiago Bernabeu, donde las oficia de local el Real Madrid. Allí, y como recuerdo de aquella visita, no encontró nada mejor que comprarse una polerita. Todo lo que gastó, alrededor de $150 mil pesos, lo tuvimos que pagar todos nosotros.

En tanto, Guido Benavides, militante de Renovación Nacional, y según lo estipulado en el informe de la Contraloría, estaría incurriendo en una incompatibilidad de labores, pues aparte de ser consejero regional, donde recibe cada 30 días más de $2 millones de pesos, el pobre pajarito las oficia de Jefe de la Defensoría Penal a Víctimas de Delitos en la Municipalidad de Ñuñoa, donde se echa al bolsillo otro milloncito más.

Asimismo, y para que los señores se mantuvieran comunicados, se adquirieron celulares para todos los consejeros. Sin embargo, no se compraron cualquier teléfono móvil. Los car'e nalgas se hicieron con móviles que, en promedio, valían $234 mil pesos. No conforme con eso, varios honorables "perdieron" sus equipos, por lo que el Gobierno Regional debió volver a comprarles nuevos juguetitos.

Finalmente, y entra tantas otras irregularidades, muchos de los "rotitos" se quedaron con los notebook que se les asignaron y que en promedio valían más de $700 mil pesos. De los 26 consejeros, 11 se hicieron los "lesos" y no retornaron sus computadores.

Repugnante, ¿no? Y al final, el que termina pagando todo siempre es el mismo, pues, invariablemente: PAGA MOYA!

jueves, 5 de mayo de 2011

Islandia: La Revolución Que El Mundo Se Niega A Ver


¿Qué me diría usted si le cuento que hace algunos meses, en cierto país, el pueblo salió a las calles disgustado por el actuar de sus gobernantes y, armado de cacerolas, pitos, pancartas y muchos gritos, echó con viento fresco de capitán a paje? Dudaría un poco y no creería que algo así podría suceder con facilidad, sobre todo, luego de ver en la televisión y en los periódicos como las pseudo-democracias árabes han acallado las protestas populares que exigen mayores derechos y libertades al son de las balas y la represión, todo ante la mirada indiferente de Estados Unidos y la Unión Europea.

Imagino que tampoco me creería si le cuento que ese mismo audaz y valiente pueblo se negó a saldar de su propio bolsillo una deuda garrafal producida por la negligencia y la usura en el actuar de los bancos. Pues bien, y para que me crea, acá va la historia, ignorada por los medios tradicionales, pues no les conviene el ejemplo, de como un pueblo, sin más que la decencia y la razón por delante, puede lograr lo que se proponga. Esta es la historia de la Revolución de Islandia y de cómo su gente le enseñó al mundo como se escribe la palabra dignidad.

Islandia, del vocablo nórdico Ísland, significa "tierra de hielo". Y no es para menos. Ubicada en el Océano Atlántico, se sitúa justo al sur del Círculo Polar Ártico. Los glaciares cubren un sexto de su territorio y alrededor del 65% de esos suelos poseen un clima tan agreste como el que se podría encontrar al sur del Estrecho de Magallanes y de Tierra del Fuego, acá en nuestro país. Todo un desafío para que cualquier civilización pudiese asentarse ahí. Sin embargo, a punta de esfuerzo, coraje y bravura un puñado de nórdicos, provenientes de Noruega, sembraron la semilla del valeroso pueblo que es hoy, y que empezó a quedar de manifiesto hace poco más de dos años.

El 2008 pasaba como cualquier otro año en las vidas de los poco más de 300 mil habitantes que tiene Islandia. Catalogados como el país con mayor desarrollo humano en aquel año por la ONU, y con un ingreso per cápita que alcanzaba los $63.830 dólares -muy lejos de lo que percibió Chile durante esos doce meses, cuando la renta bordeó los 14 mil dólares-, la economía bullía, las operaciones de los bancos, incluida su expansión al extranjero, llegaron a suponer diez veces todo lo que producía el país en un año, y los créditos hipotecarios llegaban a proporcionar hasta el 100% del valor de los inmuebles.

Era el paraíso en la tierra. Un estilo de vida casi único en el mundo. El estado de bienestar postulado tras la Segunda Guerra Mundial se desarrollaba a la perfección en Reykiavik, con la salud completamente cubierta para cualquier ciudadano, así como la educación asegurada en todos sus niveles. No obstante, la "gallina de los huevos de oro" tenía sus días contados. Y, como siempre, la ambición sin límites de la banca islandesa, así como la inescrupulosidad de sus mandamases comenzaron a cimentar la debacle.

A fines del 2008, el boom económico de aquella década, caracterizado, además de lo anterior, por ser un edén para los inversionistas extranjeros -sobre todo para los venidos de Gran Bretaña y Holanda-, comenzó a desplomarse. La crisis se desencadenó con furia y el sistema financiero islandés colapsó, llevando a la bancarrota a sus tres principales bancos.

Ni tontos ni perezosos, los inversionistas, tanto neerlandeses, como británicos, corrieron al rescate de sus negocios, girando recursos fiscales para cubrir las horrorosas pérdidas que les significaba el derrumbe económico. Sin embargo, y como nunca pierden, el salvamento conllevaba una pequeña trampa que pronto traería consecuencias: la deuda generada por el "salvavidas" extranjero debía pagarlo, y de manera íntegra, el fisco islandés.

El pueblo, hastiado de la maraña escandalosa en que había incurrido su gobierno -una coalición entre la centro derecha y la socialdemocracia- en conjunción con los especuladores externos, salió a las calles a mostrar su descontento con la iniciativa. La presión ejercida por la multitud hizo que el Primer Ministro, Geir Haarde, y todo su gabinete, renunciaran de manera indeclinable y que se llamasen a elecciones anticipadas para abril del 2009, donde triunfó la alianza entre la socialdemocracia y el Movimiento de izquierda Verde, consorcio encabezado por Jóhanna Sigurðardóttir, quien fue ungida como la nueva jefa de gobierno.

La salida del gobierno conservador y el advenimiento de una administración más progresista hicieron que las pasiones se calmaran en parte. Durante lo que siguió del 2009, la situación económica continuó empeorando, registrándose una caída del Producto Interno Bruto de alrededor del 7%, lo que sumado a un desempleo cercano al 9%, cifra impensada meses atrás cuando la cifra de desocupados apenas sobrepasaba el 1,5% de su fuerza laboral, hacían la situación insostenible. Tan insostenible, que cuando el nuevo régimen propuso la devolución de la deuda a Holanda y Gran Bretaña mediante el pago de 3.500 millones de euros, suma que pagarán todos las familias islandesas mensualmente durante los próximos 15 años al 5,5% de interés. La gente se volvió a echar a la calle, exigiendo que la propuesta se sometiera a referendu..

La voz del pueblo nuevamente volvió a ser escuchada y el Presidente de la República -que para los efectos de Islandia y muchos países de Europa las oficia como el encargado de los asuntos internos del país-, Ólafur Ragnar Grímsson, se niega a ratificar la propuesta y anuncia que llamará a una consulta popular. Ésta se celebra en marzo de este año y la victoria de la oposición al pago de la deuda es aplastante, consiguiendo un 93% de adhesión, además de exigir que se iniciaran investigaciones para dirimir jurídicamente las responsabilidades de la crisis, con lo que comienzan las detenciones de varios banqueros y ejecutivos que llevaron al hoyo al país.

Sin embargo, y no conformes con esto, aprendiendo la lección, y previniendo que esta situación vuelva a ocurrir, el propio pueblo presiona para que se elija una asamblea constituyente para que se redacte una nueva carta magna que reemplace a la constitución actual, una copia casi fiel a la de Dinamarca. Para ello, se recurre al pueblo soberano. Se eligen 25 ciudadanos sin filiación política, de los 522 que se presentaron como candidatos y a los que se les había puesto como condición para su postulación el ser mayor de edad y contar con el apoyo de 30 personas.

Poetas, electricistas, pensionistas, diáconos y escritores trabajan, junto a licenciados en ciencias políticas, abogados, y dos ex-parlamentarias, en la construcción de un nuevo modelo de sociedad que los Islandeses se han ganado tras su pacifica y silenciada revolución. Al final, Al final, una lección de decencia que este pueblo nórdico le está entregando a un mundo donde es el poder del dinero y las directrices del mercado imponen lo que la gente y sus gobernantes deben hacer.


lunes, 2 de mayo de 2011

Bin Laden y EEUU: Cría Cuervos…

De seguro, el cuerpo de Osama Bin Laden aún no termina de enfriarse, luego de que tropas norteamericanas lo ultimaran en las cercanías de Islamabad, capital de Pakistán. En las calles de Estados Unidos -y quizás con justa razón- millones de ciudadanos celebran la muerte del líder de la organización terrorista Al Qaeda, al mismo tiempo que en los países que se mostraron como férreos aliados del "Tío Sam" en su "lucha contra el terrorismo", comienzan a tomar resguardos ante posibles represalias de la articulación que él encabezaba.

Sin embargo esto, y ante el júbilo que vive Occidente tras la desaparición del magnate Saudí, se hace más que necesario esclarecer que todo lo que vivió -y también sufrió- el pueblo estadounidense -además de sus aliados- con los ataques, atentados y amenazas de parte del propio Bin Laden y de Al Qaeda, fueron producto de las propias estrategias y directrices que EEUU, a través de sus gobernantes y su eterno afán expansionista, imprimieron -e imprimen- en el mundo y, sobre todo, en Medio Oriente.

Para puntualizar aquello, es necesario retrotraerse en el tiempo alrededor de 30 años, cuando, y en el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos apoyó a los fundamentalistas islámicos que se alzaron contra la República Democrática de Afganistán, novel administración que, apartándose de las pautas sempiternas de los gobiernos fanáticos islámicos, e intentando imponer una regencia de corte más social, alfabetizando al pueblo, implementando una radical reforma agraria, separando la iglesia del estado, además de promover la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pues la veían como una amenaza de la Unión Soviética dentro de la región.

De esta forma, y con motivo de organizar las operaciones conjuntas entre los rebeldes afganos, EEUU, Pakistán, Arabia Saudita e Irán, Turki Al Faycal, director del servicio secreto de Saudí, reclutó, entre otros mercenarios, a Osama Bin Laden, quien tendría como misión el gestionar financieramente las operaciones de los "aliados" en la naciente Guerra Civil de Afganistán, conflicto que enfrentaba a las tropas antes mencionadas con las fuerzas oficialistas, que contaban con el apoyo de la URSS.

La CIA invirtió 2.000 millones de dólares para lograr el fracaso de la Unión Soviética en su aventura en Afganistán y recurrió al reclutamiento de cientos de fundamentalistas islámicos para combatir en Kabul. El servicio secreto norteamericano armó y aleccionó en la Yihad, o Guerra Santa, para combatir al gobierno afgano y a sus aliados venidos desde Moscú. Es aquí, entonces, donde la figura de Bin Laden comienza a cobrar relevancia, pues a través de su misión relacionada con financiar las acciones rebeldes, gestionó los costes de la insurrección a través de un fichero informático que bautizó como al Qaeda, término traducido como "La Base", y que posteriormente se transformaría en una de las palabras que mayor alarma causará en Occidente.

Así, Bin Laden establece sus primeros campamentos en Afganistán, continúa con su movimiento monetario a través de sociedades fantasmas y paraísos fiscales, todo con el objetivo de financiar la rebelión fundamentalista. Del mismo modo, se dedica a preparar explosivos, utilizar códigos cifrados para comunicarse y ocultarse en los agrestes terrenos afganos, dando certeros ataques a las fuerzas oficialistas y ocultándose en las montañas.

Una vez que la sublevación fundamentalista, apoyada fervientemente por EEUU y sus aliados en Medio Oriente, vencieron al enlace afgano-soviético, las turbulencias parecieron apaciguarse en lo que antiguamente fue el Imperio Kushān, sin embargo, a los pocos años, el régimen Talibán se hacía con la administración del país. Asimismo, y en Arabia Saudita, ante la perfecta tarea llevada a cabo en la Guerra de Afganistán, Osama Bin Laden era recibido como un héroe, sin embargo, y al darse cuenta de las reales intenciones de Estados Unidos en Oriente Próximo, y sobre todo en su país, el germen anti norteamericano comenzó a florecer en el otrora férreo aliado estadounidense.

Cuando finalizó la Guerra Civil de Afganistán, la conformación y afianzamiento de la red que había organizado Bin Laden, con el financiamiento y beneplácito de la CIA -se calcula que se entregaron más de tres mil millones de dólares a la resistencia afgana y por ende al propio Bin Laden-, estaba ad-portas de iniciar su "presentación en sociedad" con todo el reguero de sangre y fuego que ello significaba.

Pocos años después, y vuelto en gloria y majestad a Riad, Arabia Saudita, Bin Laden se granjeó la antipatía del monarca a cargo de su país, el rey Fahd bin Abdelaziz, por criticar el apoyo saudita a EEUU en la Guerra del Golfo. En 1991, parte al exilio a Sudán y tres años después se le retira la nacionalidad Saudí por sus constantes críticas a las políticas pro-norteamericanas por parte de la república árabe.

Tras aquello, la animadversión hacia Occidente se fue enquistando en Bin Laden, dando pié a diversos y sangrientos atentados. De esta forma, se presume que la organización financió y organizó diversos ataques con coche-bombas en contra de objetivos estadounidenses en Arabia Saudita. Asimismo, se le achaca el asesinato de más de 90 turistas en Egipto en 1997, además de los atentados simultáneos en las embajadas norteamericanas en Nairobi, Kenia, y en Dar es Salaam, Tanzania, un año después, y que costaron la vida de más de doscientas personas. Finalmente, en octubre del año 2000, un ataque suicida contra el buque de guerra estadounidense USS Cole, mató a 17 marines, frente a las costas de Yemen.

No obstante todo lo anterior, el corolario de la venganza de Bin Laden contra Estados Unidos vendría un año después, más específicamente el 11 de septiembre de 2001, cuando, y según fuentes del FBI y la CIA, alrededor de 19 integrantes de Al Qaeda, dirigidos por el egipcio Mohammed Atta, y bajo el patrocinio del propio terrorista saudita, llevaron a cabo sendos atentados contra distintos objetivos a lo largo de EEUU.

Aquella jornada, los miembros de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones de distintas compañías aéreas norteamericanas y dirigieron sus rumbos a diferentes objetivos, tales como el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono. Así, dos de las aeronaves fueron impactadas contra las Torres Gemelas, las que colapsaron horas después. Un tercer avión se estrelló contra la fachada del Pentágono. Y, finalmente, el cuarto avión se precipitó a tierra en las cercanías de Pensilvania, luego de que, y según fuentes oficiales, la tripulación junto con los pasajeros se enfrentaran a los secuestradores.

Como resultado de aquel ataque, 3000 personas murieron, entre ellas los 19 miembros de Al Qaeda y 24 personas cuyos cuerpos jamás aparecieron. Así mismo, más de 6000 individuos resultaron heridos. Tras la perplejidad inicial de las autoridades norteamericanas ante los brutales atentados, poco a poco se pudo esclarecer la participación directa de Bin Laden en la proyección de los ataques yihadistas contra el país del norte.

La guerra santa contra Estados Unidos y sus aliados ya estaba declarada por parte de Al Qaeda y, por ende, de parte del propio Bin Laden. Así, en 2004 fue el turno de España -aliado fiel de George W. Bush en su lucha "contra el terrorismo"-. Aquel año, específicamente en marzo, una serie de bombas colocadas en cuatro trenes en las cercanías de Madrid, acabaron con la vida de 191 personas y dejaron gravemente heridas a otras 1800.

Poco más de un año después, sería Inglaterra, otro de los imprescindibles de EEUU en su cruzada antiterrorista, el que sufriría las consecuencias de la enajenación fanática de Bin Laden y su séquito. El 7 de julio del 2005, cuatro explosiones paralizaron el sistema de transporte público de Londres. Cuando el reloj se acercaba a las nueve de la mañana, tres bombas explotaron en diversos vagones del metro, mientras que la cuarta lo hizo en un autobús. Como saldo, fallecieron 56 personas y otras 700 resultaron con heridas de diversa consideración. La cuenta por haberse entrometido con el delirio islámico comenzaba a saldarse poco a poco.

Tras aquellas funestas acciones, la figura de Osama Bin Laden comenzó a extenderse por todo el mundo, en parte, por el temor a que los ataques contra Occidente se trasladasen a otros puntos y no tan solo a Europa o Norteamérica, pero, y sin duda por el provecho que comenzó a sacar la administración estadounidense -encabezada aquellos años por el bufón Bush- de tal situación, quien consiguió moldear la opinión de los ciudadanos norteamericanos y la de muchos otros países del mundo con cultura y creencias similares, para justificar y generar apoyo en las brutales y genocidas guerras e intervenciones que llevaron a cabo los ejércitos del país del norte en conjunción con sus corifeos a lo largo y ancho del planeta.

Hoy, el que fue para EEUU y sus aliados el mayor terrorista de la historia ha muerto -o es lo que, al menos, los medios pro-estadounidenses aseguran-, sin embargo, la figura demoníaca y funesta que sembró el terror en gran parte del mundo se debió, ni más ni menos, que a la propia contribución, al financiamiento y a la colaboración que le prestó el mismísimo gobierno norteamericano a los fundamentalistas islámicos, de los cuales él formaba parte, para que se opusieran sangrientamente a los gobiernos socialistas que pretendieron, hace treinta años ya, aplicar una administración progresista que se hiciera parte de las necesidades reales del pueblo. Al final, como dice el adagio “CRIA CUERVOS, QUE TE SACARÁN LOS OJOS”.