lunes, 9 de agosto de 2010

LA CARIDAD EMPIEZA POR CASA

Hace algunos días, el gobierno dio a conocer los resultados de la última encuesta Casen, investigación orientada a esclarecer las condiciones socioeconómicas en que viven los distintos sectores sociales del país. Así, con resultados en mano, Felipe Kast, Ministro de Planificación, informó que por primera vez en diecisiete años, la pobreza en Chile había aumentado, existiendo alrededor de dos millones y medio de compatriotas en dicha situación. Algo así como un 15% de la población de nuestro país.

Asimismo, la desigualdad entre los más ricos y los más pobres volvió a aumentar, puesto que los ingresos del sector más pudiente superan más de 46 veces lo recibido por la fracción más carente de la sociedad, situación que se agudiza aún más si se tiene en cuenta que el personaje más rico de este país recibe un sueldo que es 2.193 veces mayor al más rico de los pobres. Un escenario crítico, que viene afianzándose hace años, ante la atónita, impávida y hasta cómplice mirada de las autoridades, que se llenan la boca con alegóricas frases, promesas irrisorias y soluciones a dichas problemáticas que jamás llegan, siquiera, a ejecutarse.

Sin embargo esto, haciendo vista gorda a todo este cúmulo de situaciones, queriéndole mostrar al mundo como Chile vela por las libertades individuales, y anunciándolo con bombos y platillos, el pasado martes 4 de agosto, el canciller, Alfredo Moreno, junto al senador democratacristiano, Patricio Walter, recibieron con toda la parafernalia que se requiere -llámese cámaras, flashes, micrófonos y sagaces periodistas- a José Ubaldo Izquierdo, “prisionero político” cubano que, gracias a las gestiones del congresista de la falange, recibió asilo en nuestro país, asegurándole a éste, y en palabras del propio ministro de Relaciones Exteriores, la libertad que tanto se le negó en Cuba.

No conforme con aquello, el gobierno de Sebastián Piñera, y haciendo aparecer dinero como por arte de magia, se comprometió con el ex recluso cubano a arrendarle, durante un año, una residencia en la comuna de Maipú, cuyo valor rondaría los 300 mil pesos, así como de extenderle un apoyo monetario mensual por el mismo lapso, de 400 mil, una fortuna si consideramos los ingresos que tendría cualquier hijo de vecino, según los resultados de la encuesta Casen. Finalmente, y prestos como siempre ante estas situaciones, los ediles de San José de Maipo y de Maipú, ambos militantes de la “Democracia” Cristiana, ofrecieron para él y su familia sendos puestos de trabajo. Al igual como lo hacen con los cientos de cesantes que pululan a las afueras de las oficinas de información laboral de sus respectivos municipios.

Ahora bien, y ante esta demostración de hermandad, solidaridad y apoyo que ha ofrecido el gobierno de Chile y diversos parlamentarios ¿ por qué aún no se le ha solucionado, ni siquiera en parte, la situación en que se encuentran a más de 250 mil chilenos que fueron víctimas del terremoto y maremoto de febrero pasado y que a la fecha aún se encuentran viviendo en mediaguas, muchos sin trabajo, en condiciones insalubres, de hacinamiento y con viviendas que son incapaces de aislar la lluvia y el frío?.

¿Qué podría decirles el señor Piñera, o sus símiles de la Concertación, y volviendo a la encuesta Casen, a esos 355.095 chilenos que desde el 2006 a la fecha se transformaron en pobres, donde familias enteras deben conformarse con recibir y repartirse escuálidos ingresos mensuales de 64 mil pesos, es decir, 6 veces menos de lo que recibirá José Ubaldo Izquierdo por venir a vivir la “libertad” a nuestro país.; o conformarse con ganar la miserable cifra de $487 pesos por día, que reciben las familias más pobres de este país, mientras que las más ricas se dan el lujo de embolsarse, en promedio, 36 mil pesos por jornada?

O ¿con qué cara nuestros excelsos parlamentarios se aprestarán a estudiar los reajustes salariales para el año venidero, si como base de sueldo el chileno promedio recibe 172 mil pesos, monto que debe repartir en pagar cuentas, deudas, locomoción, comida y educación, mientras que muchos de ellos alabaron, pidieron y lucharon por que Izquierdo pisara suelo chileno y se le asignara una vivienda y una paga, -que por cierto es más del doble de la cifra antes mencionada- con coste directo al erario fiscal, es decir, al de todos los chilenos, mientras que la mayoría de los nuestros compatriotas debe conformarse, y si es que, con la mitad de lo que recibe nuestro huésped cubano?

Finalmente, y tal como durante un año el gobierno destinará alrededor de 300 mil pesos para pagarle el arriendo al ex presidiario habanero, ¿por qué no la administración de Piñera y sus secuaces sube su puntería y aumenta, tanto en pesos, como en tiempo, los míseros subsidios para alquileres que fueron extendidos a los damnificados por el terremoto, y que ascienden a 120 mil pesos por tres meses?

Impaciéntese por resolver las complicaciones de aquí dentro, señor Piñera. Hay que preocuparse por los problemas de que sufre su propio pueblo antes de seguir devolviéndole la mano a la derecha internacional y al conservadurismo más recalcitrante de América. Preocúpese de los presos políticos mapuche, que llevan casi tres semanas en huelga de hambre, exigiendo la derogación de la Ley Antiterrorista, el rechazo a que sean juzgados por tribunales militares, la erradicación de los testigos sin rostros y que se terminen las torturas de que son víctimas. Ponga fin a los despidos masivos en el sector público, los que tienen a más de cinco mil trabajadores en la calle sólo por motivaciones políticas. Solucione, de una vez por todas, el tristemente célebre Transantiago, tal como prometió en su campaña presidencial, poniendo fin a las continuas y abusivas alzas en los precios del pasaje, los que no se condicen con la calidad y confort del servicio prestado. Inquiétese por la situación que viven cientos de sus compatriotas exiliados, quienes, y a casi veinte años del regreso de la democracia, aún no pueden regresar a Chile, antes de desvelarse traer a Chile, con costo cero y regalías, a un preso común cubano que traicionó a su patria poniéndose al servicio de potencias extranjeras.

En definitiva, señor, y aunque a usted y al séquito de ministros, diputados y senadores que rifan los destinos de este país les duela, ¡LA CARIDAD EMPIEZA POR CASA!