domingo, 3 de mayo de 2009

EN TU MEMORIA, RODRIGO CISTERNAS !!!

Con el corazón apretado y presintiendo que algo malo podía ocurrir, Evelyn le suplicó a Rodrigo que se quedara en casa. “Amor no vaya. Tiene que haber otra forma de conseguir las cosas”, le imploraba temerosa. Pero él no la oyó. Es más, confiado en que su lucha era justa, le dijo con ternura, “China, estoy seguro de que vamos a ganar”. Y así se fue. Besó en la frente a su pequeño hijo y enfiló hacia su trabajo. Ahí lo esperaban sus compañeros, listos para no dar un paso atrás y exigir lo que ellos consideraban razonable. Mal que mal los dueños de la forestal se llenaban los bolsillos con dinero y ellos recibían miserables sueldos de hambre.


El frío calaba hondo esa gris tarde de mayo. Rodrigo bajó del bus y sintió como el gélido viento le erizaba la piel. Se acomodó su raída chaqueta y caminó hacia los bosques donde quedaron de reunirse con los demás trabajadores. Al pasar frente a la bencinera, lugar donde tantas veces los camiones cargados con maderos, se abastecían de combustible, se topó con Juan, su concuñado y amigo de toda la vida quien, extenuado por el trabajo, volvía a su hogar. Se apresuró a saludarlo y juntos se confundieron en un cariñoso abrazo. “Chao compadre, aquí estaremos, luchando hasta morir”, le dijo enérgico Rodrigo. Un escalofrió recorrió a Juan cuando escuchó aquella frase.


La oscuridad del cielo anunciaba que la noche se avecinaba impetuosa. Algunas fogatas, hechas para capear el cruento frío, le indicaron a Rodrigo donde se encontraba su gente. Apuró el paso y fue ahí, al pasar frente a las oficinas de la empresa, cuando advirtió que la jornada no sería calma. Apostados en la entrada, decenas de buses atestados de policías se aprestaban para reprimir cualquier intento de manifestación. Era normal. Durante siglos los dueños de la fuerza y las armas habían servido a los poderosos y esta no sería una ocasión diferente.


Entusiasmado, escuchó las arengas y peticiones de los dirigentes. Cada palabra que decían le parecían las correctas. Tantos años ganando una miseria y esta era la oportunidad de cambiar todo eso: juntar dinero para una casa, pagar el colegio del pequeño Rodrigo o simplemente sorprender a su esposa con un bello regalo. Pensando en eso estaba cuando se desató el infierno. Un humo espeso y penetrante invadió el lugar, formando el escenario perfecto para que de las penumbras salieran como hordas salvajes los piquetes policiales a reprimir.


El pánico cundió en los trabajadores. Entre golpes de puños y bastones, la policía se fue abriendo paso, dejando en su andar un reguero de violencia y sangre. La ira se hizo presa de los huelguistas, tanto así que Rodrigo tomó la trágica decisión que acabaría con su vida. Impotente al ver la cruel agresión de que eran víctimas, subió a la retroexcavadora en la que día a día trabajaba y las emprendió contra los policías. Un “zorrillo” intentó frenar su paso, pero acabó al costado de la vía. Luego, un bus se cruzó en su camino, dando tiempo a los demás uniformados a cargar sus armas y disparar contra el heroico obrero. Decenas de balas asesinas se abrieron paso entre los fierros de la pesada máquina. Veinticinco de ellas dieron en el blanco, acabando con la vida de Rodrigo Cisternas, y sumando otro mártir más a la larga lista de héroes, que, luchando por una sociedad más justa, cayeron víctimas del fuego cobarde de los cancerberos al servicio de los poderosos.




POR QUE SI UNO CAE, DIEZ SE LEVANTAN, RODRIGO CISTERNAS, TU EJEMPLO VIVIRÁ POR SIEMPRE EN LA MEMORIA DE LOS QUE LUCHAN!!!

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